Wednesday, September 16, 2009

Me voy de Twitter

Mi ingenio (o falta de ingenio, que conozco mis limitaciones) es mío, no de Jack Dorsey, el creador de Twitter adicto a Starfucks, esa empresa que bajo apariencia buenrollista financia el terrorismo del Likud contra Palestina.

Los nuevos “TOS” (condiciones de uso) no tienen desperdicio. Como casi nadie se los va a leer, que ya sabemos cómo está el percal, traduzco tres o cuatro perlas:

  • Das derecho a que Twitter pueda usar, copiar y distribuir lo que tuiteas de forma mundial, por cualquier medio existente o por descubrir, sin exclusividad, sin derechos de autor y con posibilidad de subrogar ese contenido a terceros (esto no es copyleft, señores, esto es un atraco a mano armada, a la gente se le paga por pensar ese tipo de frases que se usan para vender: se llaman copys. Y tienen que comer y pagar el alquiler).
  • “Dejamos la puerta abierta a la publicidad”. ¿Cómo, dónde, cuándo? Eso no lo dicen. Ya hay bastante porno barato camuflado. No quiero que el “tweet” de un amigo camufle publicidad sin nuestro permiso.
  • El contenido de tu cuenta de Twitter puede ser transferido al gobierno de EE.UU. o de cualquier otro país para su uso y almacenamiento. ¡Aaaaaaaaah! ¡Acabáramos, twitteo para la CIA!
  • Se te puede aplicar la jurisdicción norteamericana por lo que twitteas…

Vamos, que lo de menos es la publicidad, es que las condiciones son sencillamente leoninas. Con Twitter, a día de hoy, vendes tu alma al diablo.

Como mi objetivo con Twitter no era convertirme en la reina de la popularidad, me paso definitivamente a FriendFeed, que tiene las mismas opciones que Twitter: permite compartir con tus amigos enlaces, fotos, vídeos, entradas de blogs, RSS… No deja de ser un agregador de aplicaciones con mensajería instantánea.

No es el primer caso de quejas contra las políticas de privacidad de las redes sociales. Facebook ya ha tenido más de una. Pero las cosas no cambian haciendo como si nada. Si quieres que Twitter cambie, deja de usarlo. Ya verás cómo se replantean su política de privacidad. Mientras tenga RSS, listas de correo, mail, delicious y demás, puedo seguir estando perfectamente informada.

¿Mi Twitter? Que nadie lo busque. Lo he cerrado (por cierto, es la única red social que no te pide la contraseña ni que rellenes un captcha para cerrarla: basta con pulsar en “delete my account”).

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